EL CAPITALISMO MONOPOLISTA O IMPERIALISMO

Imperialismo, monopolios, libre mercado, oligarquía financiera, exportación de capitales, transnacionales, división territorial del mundo, el problema de los mercados, las migraciones, militarización de la economía, explotación de los trabajadores, rebelión política de los países explotados, renacer del socialismo.




REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR DE EDUCACIÓN UNIVERSITARIA
PROGRAMA NACIONAL DE FORMACIÓN EN INGENIERÍA DE MANTENIMIENTO
INSTITUTO UNIVERSITARIO DE TECNOLOGÍA DEL ESTADO BOLÍVAR
EL CAPITALISMO MONOPOLISTA O IMPERIALISMO

Integrantes:
Barceló, Emily C.I.: 20.774.206
Mercadante, Estefani C.I: 24.185.982
Pérez, Deivis C.I.: 24.038.076
Sifontes, Miriannys C.I.: 24.542.517

EL CAPITALISMO MONOPOLISTA O IMPERIALISMO
Para Lenin, el capitalismo monopolista es la época en la que el capitalismo de libre cambio toca su fin. En su libro, “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, acompañado por múltiples datos y estadísticas de la época, describe cómo en los países más adelantados (fundamentalmente Gran Bretaña, Alemania y los EE.UU. de entonces), la concentración de capital dio lugar a grandes monopolios que acapararon sectores enteros de la producción.
En el Imperialismo los capitalistas han dejado de ser competidores anónimos dentro de un mercado desconocido y la libre competencia no existe. La competencia se da ahora en condiciones en las que solo los grandes monopolios pueden competir entre sí. El estado ha dejado de ser propiedad de toda la burguesía para pasar a estar controlado solo por los sectores monopolistas de la burguesía. El estado sirve ahora solo a los capitalistas dueños de grandes monopolios. 

CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES DEL IMPERIALISMO
Apoyándose en la teoría marxista, Lenin mostró que, desde el punto de vista económico, el imperialismo se caracteriza por cinco rasgos principales:
a) La concentración de la producción y del capital llega hasta un grado tan elevado de desarrollo, que crea los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica.
b) La fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este “capital financiero”, de la oligarquía financiera.
c) La exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande.
d) Formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo.
e) El reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes.
Todos estos rasgos son distintas formas de manifestación de la propiedad fundamental del imperialismo: el dominio de los monopolios. Lenin demostró que, políticamente, al imperialismo le es inherente no sólo la aspiración de apoderarse de colonias y de nuevos territorios, sino en general, un viraje de la democracia burguesa a la reacción y la violencia en todos los campos de la vida social. Señaló que el imperialismo es el capitalismo monopolista en descomposición o parasitario y agonizante. 

El paso al imperialismo
El desarrollo de la industria y las nuevas tecnologías, permitió la existencia de mayor producción y mayor capital, por lo tanto, obligó a los capitalistas a fusionar capitales con el objetivo de obtener el monopolio en la producción y conseguir mayores ganancias. Surge el capitalismo monopólico empresarial y financiero del Siglo XIX por la absorción o fusión de pequeñas empresas, hasta que el mercado es controlado por unas pocas de estas empresas.
Lenin distinguió tres etapas en el desarrollo de los monopolios: la primera etapa fueron los años 60-70 del siglo XIX, cuando la libre competencia llegó a su más alto nivel y los monopolios apenas empezaron a formarse. La segunda etapa abarca el período posterior a la crisis de 1873 hasta fines del siglo XIX. En este tiempo, los monopolios proliferaron bastante, pero eran todavía muy débiles. La tercera etapa comenzó en el período del auge industrial del siglo XIX y continuó después de la crisis de los años 1900-1903, cuando la concentración de la producción se acentuó aún más y los monopolios adquirieron significado decisivo en la vida económica. Fue precisamente en esta etapa en que el capitalismo industrial se convirtió en imperialismo. 

Los monopolios y el libre mercado
La unidad contradictoria del monopolio y la competencia fue puesta al descubierto ya por Marx: “En la vida práctica encontramos no solamente la competencia, el monopolio y el antagonismo entre una y el otro, sino también su síntesis, que no es una fórmula, sino un movimiento. El monopolio engendra la competencia, la competencia engendra el monopolio. Los monopolistas compitan entre sí. Los competidores pasan a ser monopolistas… La síntesis consiste en que el monopolio no puede mantenerse sino librando continuamente la lucha de la competencia.”
Para Lenin, los monopolios que surgen de la libre competencia no la eliminan, sino que existen por encima de ella y al lado de ella, dando origen así a contradicciones, roces y conflictos particularmente agudos y bruscos.
La realidad evidencia que la monopolización de la producción no lleva a la concentración de toda la producción de mercancías en manos de un monopolio único. Con la dominación de los monopolios, puede haber un gran número de outsiders o empresas no monopolizadas. En cada país, los monopolios enfrentan también la competencia de compañías extranjeras que tratan de penetrar en el mercado interno nacional. También existe, bajo el imperialismo, la competencia intrasectorial (entre monopolios que producen mercancías homogéneas, entre monopolios extranjeros, entre propietarios del capital por el control del monopolio, entre monopolios y empresas no monopolizadas que producen el mismo producto) y la intersectorial mediante el trasiego de capitales de los sectores menos rentables a los más rentables
Los métodos de competencia bajo el imperialismo son la lucha contra los rivales con la privación de materias primas, de mercados de venta, de créditos y el hacerles bajar los precios. En la competencia se utilizan también ampliamente factores como el surtido y la calidad de los productos. Se usa cada vez más la publicidad comercial y las formas de lucha fuera del mercado: la lucha por los encargos gubernamentales, la aceleración o el entorpecimiento de la adopción de leyes de regulación de la economía, la compra de especialista, maquinaciones financieras, etc. 

Los monopolios bancarios y el nuevo papel de los bancos
A comienzo del siglo XX, la concentración del capital bancario en una serie de países capitalistas industrializados alcanzó un nuevo peldaño, a raíz del cual surgieron monopolios bancarios y se afianzó su dominación absoluta en la esfera del crédito capitalista. Los monopolios bancarios son agrupaciones de bancos que dominan en la banca y se apropian de una alta ganancia de monopolio. 
Los grandes bancos participan activamente en la organización de nuevas corporaciones industriales, apropiándose de altas ganancias de fundadores; los grandes bancos monopolistas emiten para los monopolios industriales, y por su encargo, nuevas acciones y las venden en el mercado monetario, obteniendo así grandes ganancias
Por una parte, los monopolistas bancarios se han convertido en copropietarios de empresas monopolistas industriales y, por otra parte, los monopolios industriales se han transformado en participantes de los monopolios bancarios. Así se fusionaron los capitales de monopolios industriales y bancarios surgiendo el capital financiero. 

La oligarquía financiera mundial
La oligarquía financiera es un reducido grupo de grandes capitalistas financieros que poseen monopolios industriales y bancarios y ejercen, de hecho, el dominio económico y político sobre las ramas más importantes de la economía en los países imperialistas. En el imperialismo, se concentra la producción en empresas colosales, se forman monopolios industriales y se amplían los bancos surgiendo los monopolios bancarios. En un pequeño número de bancos se concentra la parte principal de todos los depósitos capitalistas.
Casi todas las operaciones monetarias de un país se efectúan por mediación de los bancos. Éstos, adquiriendo títulos de valor de toda clase y acciones de compañías diferentes, se convierten en copropietarios de las empresas industriales comerciales y de otro tipo. Por otra parte, los dueños de las empresas industriales actúan como copropietarios de los bancos. Los magnates del capital financiero ocupan los puestos dirigentes en las empresas bancarias y en las empresas industriales de carácter monopolista. El dominio de la oligarquía financiera se extiende a la vez a las esferas más diversas de la economía capitalista.
En resumen, la oligarquía financiera ejerce su dominación en la esfera económica a través del llamado sistema de participación. Este sistema no es más que el control por parte de un grupo financiero o un importante ejecutivo financiero de un paquete de acciones mínimas para controlar una empresa matriz o sociedad anónima, esto posibilita que mientras más acciones de otras empresas o sociedades anónimas adquiera esa empresa matriz, más poderosos se vuelve el grupo financiero o ejecutivo que posee sus acciones. Dicho sistema puede representarse en forma de pirámide, ubicándose en la cima los mayores magnates del mundo financiero. 

La exportación de capitales y la dependencia económica
La exportación de capitales es un rasgo económico del capitalismo en la época del imperialismo; es la exportación, por los monopolios y la oligarquía financiera, del sobrante de capital, que surge como resultado de su dominación dentro de los países, a otros Estados, con el fin de aumentar la ganancia de monopolio, consolidar las posiciones económicas y políticas de los monopolios en la lucha por los mercados exteriores y extender la esfera de la explotación imperialista.
La burguesía monopolista, al obtener las mayores ganancias, acumula enormes masas de capital monetario. Al mismo tiempo, el desarrollo de los monopolios dificulta una utilización suficientemente rentable de los nuevos capitales dentro de los propios países imperialistas. Al apoderarse de sectores enteros de la industria, los monopolios impiden la penetración de capitales “ajenos” en ellos para evitar la agudización de la competencia y la baja de las ganancias. De tal forma, el desarrollo de los monopolios trajo aparejada la formación, en los países imperialistas, de un “excedente” relativo de capital monetario y la necesidad de su exportación. Este capital es “sobrante” no en el sentido de que no puede aplicarse en el país propio, sino que su inversión en otros países reporta más ganancias a los monopolios. Con el desarrollo del capitalismo monopolista, la exportación de capitales se transforma, cada vez más, en una función de las grandes agrupaciones monopolistas.
La exportación de capitales se desarrolla en dos formas: la creación de empresas y el otorgamiento de préstamos. La creación de empresas se realiza mediante la fundación, por parte de los monopolios de filiales en el extranjero, de empresas filiales jurídicamente independientes y la creación de empresas mixtas con participación del capital nacional y el extranjero. El exportador de capitales obtiene ganancia empresarial. Muchas veces sólo presta su capital a empresarios o gobiernos de otros Estados. En este caso, la exportación de capitales se realiza en forma de préstamos. El capital exportado en forma de préstamo rinde interés. 

Las transnacionales
Se denomina empresa transnacional a aquella empresa de grandes dimensiones, dedicada a la producción de bienes o servicios, que posee filiales en otros países diferentes al originario (casa matriz) y con ello logran expandir su influencia y gravitación económica a nivel mundial, controlando no solo buena parte de la economía y el comercio internacional, sino también la tecnología y el desarrollo, cobrando enorme importancia en el mundo globalizado y capitalista. Con que el 10 % del capital de la entidad matriz esté puesto en una filial extranjera ya la empresa es considerada multinacional o transnacional.
Las empresas multinacionales o transnacionales convierten así en verdaderos factores de poder económico, acumulando el capital, que traen progreso a las zonas donde se instalan, pero muchas veces arruinan a las industrias y comercios locales, y si bien aportan fuentes de empleo, en general son precarizados.
La construcción de un nuevo orden industrial internacional dominado por un núcleo de grandes empresas transnacionales por lo general dificulta la vida de la gran mayoría de los países en desarrollo que, por no estar en condiciones de competir eficazmente, enfrentan una marginalización todavía mayor. Hoy las empresas transnacionales pueden influir considerablemente en la competitividad internacional y, por lo tanto, en la índole de la incorporación de los países en desarrollo en el nuevo sistema productivo internacional en vías de integración. El país de origen y la forma que toman la inversión extranjera directa y la transferencia de tecnología determinan en gran medida los efectos de las empresas transnacionales en la industria del país huésped. 

El fin de la división territorial del mundo
Los capitalistas se reparten el mundo, no debido a una particular perversidad, sino porque el grado de concentración a que se ha llegado los obliga a seguir ese camino para obtener beneficios; y se lo reparten “proporcionalmente al capital”, “proporcionalmente a la fuerza”, porque no puede existir otro método de división bajo la producción mercantil y el capitalismo.
Tras el fin de la Primera Guerra Mundial se produce la “Era del Imperialismo” caracterizado por una intensa expansión colonial en la que los países más poderosos salen a dominar territorialmente enormes regiones dando origen a grandes imperios coloniales. Una de las causas fue que los estados europeos necesitan conseguir materias primas para su producción industrial y nuevos mercados para vender sus productos; así las potencias imperialistas tienden a obligar a sus colonias a comerciar en forma exclusiva con su metrópoli.
El imperio británico fue el más poderoso y extendido del mundo, llegando a abarcar, en las primeras décadas del siglo XX, una cuarta parte de la población mundial y una quinta parte de los territorios del planeta. Francia, Alemania, Italia, Rusia Estados Unidos y Japón se lanzaron también a la conquista de colonias.
Una de las consecuencias más evidentes tiene que ver con el ámbito geográfico, y es la reordenación de numerosos terrenos y la aparición de grandes imperios, en especial el Imperio Británico. Estos imperios dominaban grandes zonas de terreno con fronteras difusas, y habitualmente obligaban a los pueblos que allí vivían a unirse o separarse en contra de su voluntad. Esto creó tensiones contra los imperios y entre los propios pueblos, algunas de las cuales persisten hasta hoy en día. También se produjeron numerosos cambios sociales.
Muchas poblaciones indígenas fueron apartadas de sus territorios, otros optaron por el éxodo rural para trabajar como obreros, construyendo infraestructuras o en plantaciones agrícolas. los pueblos colonizados tuvieron que dejar atrás su cultura, su lengua o sus tradicionales religiosas para acatar las normas, leyes y creencias de los pueblos imperialistas. 

La globalización y el fin de la libre competencia
Durante el siglo XX, el mundo vivió cambios inauditos en lo económico, en lo político y en lo social, incluso, el rumbo de la historia universal se tornó diferente al finalizar la Guerra Fría, la cual dividió al mundo en dos: la Unión Soviética y Estados Unidos. Estos cambios permitieron que las barreras y muros construidos por las potencias cayeran para dar paso a lo que ahora conocemos por globalización económica, la cual implica la integración de países, regiones, economías, mercados, culturas, costumbres, dietas alimenticias, nuevas tecnologías, Internet, televisión mundial al instante, telefonía celular y todo lo que a diario usamos y que nos permite comunicarnos al instante al sitio más recóndito del planeta. De igual manera, la libre competencia es el camino más adecuado de las economías globales, ya que permite el ingreso de más actores a los mercados de precios abiertos y, consecuentemente, al precio final y el que más convenga al consumidor.
El reto que plantea la globalización es el de ser competitivos no solo localmente, sino también internacionalmente, pues todas las empresas de la zona que produzcan bienes o servicios similares estarán en pugna por las mejores oportunidades del mercado global. En este contexto, la libre competencia en los mercados y las políticas de libre competencia cobran relevancia particular, pues ellas determinan el escenario más propicio para que las empresas logren los estándares de competitividad que se necesitan en este nuevo orden de cosas. La vigencia efectiva de la libre competencia en los mercados nacionales, a través de la creación de una institucionalidad que haga valer las reglas de juego de manera clara y creíble, constituye una de las claves para lograr la eficiencia que los mercados internacionales exigen hoy en día de las empresas. 

LA CRISIS GENERAL DEL CAPITALISMO
El estallido de la llamada crisis general del capitalismo en los años setenta tuvo entre otras, las siguientes consecuencias sustantivas:
  • Se puso en evidencia el fin del ciclo de bonanza económica del capitalismo de la posguerra, tal y como los análisis de Samuelson lo habían previsto décadas atrás.
  • Se evidenció a su vez, el agotamiento de la hegemonía mundial del capitalismo encabezado por los EEUU, algo que no ocurría desde la Gran Depresión de los años veinte.
  • Entró en crisis el sistema de “Wealfare Estate” en los Estados Unidos, que era la envidia de todos los sistemas de seguridad social del mundo capitalista “avanzado”.
  • Las frágiles economías de la periferia capitalista (América Latina y el resto de países llamados “tercermundistas”), vieron agudizada su vulnerabilidad al recibir cada vez menos valor por sus productos de exportación (generalmente materias primas y productos agrícolas sin procesar y con precios reales descendentes), al vender sus productos en un mercado mundial inundado de dólares devaluados, con los cuales los países periféricos tenían que hacer compras de importación de productos tecnológicos y maquinarias del “primer mundo” (con precios reales ascendentes).
El rasgo principal de la crisis general del capitalismo estriba en que el mundo se halla escindido en dos sistemas sociales opuestos: el socialista y el capitalista. Se observa abandono del capitalismo por parte de nuevos países, desintegración del sistema colonial del imperialismo, agudización de las contradicciones de dicho sistema por el desarrollo del capitalismo monopolista de Estado, intensificación de la inestabilidad interna y de la descomposición de la economía capitalista, incremento de la lucha entre el trabajo y el capital, inusitado reforzamiento de la reacción política en todos sentidos y establecimiento de regímenes fascistas, tiránicos. 

El problema de los mercados
Una de las características históricas del capitalismo es su inestabilidad. La forma más abstracta de la crisis consiste en la metamorfosis de la mercancía misma, en la separación entre compra y venta implícita en su unidad, entre valor de cambio y valor de uso, entre dinero y mercancía. Las dificultades, por otra parte, vienen derivadas de la Ley de Say, según la cual cada oferta crea su propia demanda; de esta manera cualquier crisis se ve simplemente como una perturbación temporal del ciclo productivo, y no como un componente estructural de la naturaleza histórica del sistema.
Debe tomarse en cuenta que es de las interrupciones del ciclo económico de donde el capitalismo toma sus impulsos para expandirse a nivel mundial, antes que de las disfunciones de los mercados; con esto claro es posible hacer comparaciones entre las distintas expresiones hegemónicas del imperialismo, para relacionar el comportamiento de los mercados, la expansión internacional del capitalismo y el ciclo económico.
La caída de la tasa de ganancia, los problemas del subconsumo, y las desproporciones en las que incurre el sistema económico, cuando se trata de inversiones reproductivas y de ajustes sustanciales en la composición orgánica del capital, siguen siendo los ingredientes ineludibles en el enfoque marxista de la crisis y del ciclo, con los cuales se aspira a tener una comprensión más acabada de las posibles respuestas políticas, sociales y culturales que se le puedan oponer al sistema como un todo. 

El problema del desempleo y las migraciones
Lenin en “El capitalismo y la inmigración de los obreros” destaca el descenso de la emigración de los países imperialistas y el aumento de la emigración hacia los países imperialistas de masas humanas procedentes de los países atrasados. En “El imperialismo, fase superior del capitalismo” analiza ese vuelco de la tendencia en la emigración de los trabajadores como un aspecto fundamental del imperialismo (concentración de la producción y de los monopolios, el reparto del mundo entre las grandes potencias y el parasitismo y la composición del capitalismo), citando a Hobson destaca la disminución de la emigración en Inglaterra y el aumento de obreros llegados a Alemania, Austria, Italia, Rusia, Francia, señalando que los obreros inmigrados de la Europa Oriental en EE.UU. ocupaban los puestos peor retribuidos. Para Lenin esa explotación de obreros peor retribuidos venidos de los países atrasados es más pronunciado en el imperialismo.
La emigración juega, para la acumulación de capital, un papel clave para mantener un ejército de reserva y presionar negativamente sobre los salarios, para reducir al mínimo el coste de la reproducción de la fuerza de trabajo, disponiendo de una masa de fuerza de trabajo dispuesta a trabajar en cualquier momento y bajo cualquier condición. Ello no quiere decir que la introducción de inmigrantes sea causa de paro para los trabajadores autóctonos, ya que dicha introducción obedece a una demanda adicional de trabajo masivo y no cualificado.

La militarización de la economía de los países capitalistas occidentales
La militarización de la economía se expresa en el crecimiento de la producción bélica y de las ramas de la economía vinculadas a ella, lo cual conduce a un aumento de los gastos militares del Estado. La conversión de una gran parte de la economía de los principales países capitalistas en economía de guerra, en tiempo de paz, lleva a una inversión improductiva de ingentes recursos laborales y materiales, a un trastorno de la economía, intensifica y agudiza todas las contradicciones del capitalismo. La militarización implica necesariamente que se eleven los impuestos, que se reduzca el salario real de los trabajadores, que empeore la situación de los mismos, que la reacción pase a la ofensiva en la vida interior de los países imperialistas.

Se acentúa la explotación de los trabajadores en los países capitalistas
El sistema capitalista en su estado actual trata de superar sus contradicciones insolubles inherentes a la apropiación por los propietarios de los medios de producción de buena parte del trabajo humano social (plusvalía) apoderándose de la mayor parte del creciente tiempo libre social (distribución desigual del tiempo libre social ganado con el aumento de la productividad) para “poner plustrabajo”, como escribe Marx en los “Elementos fundamentales para la crítica de la economía política” y apoderándose también del escaso tiempo libre particular que les queda a quienes trabajan, mercantilizándolo como objeto de consumo.
Con el “management” se procura que el trabajador de “cuello blanco”, que tiende a ser mayoritario en las países industrializados, centre su vida como persona en el seno de la empresa y llene su tiempo “libre” fuera de ella como consumidor de objetos necesarios e innecesarios y de distinto tipo de entretenimientos alienantes, como espectador de deportes mercantilizados, de series televisivas, como adicto a juegos electrónicos (verdadero flagelo contemporáneo), etc., en la medida que se lo permiten sus ingresos reales y los créditos que pueda obtener (y que, en tiempos de crisis, no puede rembolsar). 

Retroceso en los logros sociales de los trabajadores a escala mundial
El régimen laboral mundial, entendido como los principios, normas, reglas y procedimientos de toma de decisión respecto de los aspectos laborales del sistema económico mundial en torno de los cuales convergen las expectativas de los agentes, tendría sus principales exponentes en las instituciones de la libertad de contratación  y de libertad de circulación de trabajadores entre sistemas económicos nacionales; estas instituciones funcionarían como mecanismos de regulación automática de los aspectos laborales del sistema económico mundial.
En la actualidad estas regulaciones hacen que la contratación del factor trabajo no sea tan libre como desearían los productores; sin embargo, la implementación de políticas neoliberales de reforma de los mercados nacionales de trabajo ha ido ampliando el margen de libertad de contratación de aquellos en detrimento de la protección de la que gozaban los trabajadores. Así, la proliferación de contratos temporales y a tiempo parcial, el abaratamiento del despido, la reducción y privatización de los sistemas de cobertura social y la tolerancia con determinadas prácticas abusivas de gestión de personal, han convertido a los mercados nacionales de trabajo en mercados relativamente libres.
Los principales cambios en los mercados laborales están relacionados con la flexibilización de los mismos, con su segmentación y globalización fragmentaria y con la aparición de nuevas formas de explotación: 
  • La flexibilización de los mercados nacionales de trabajo: Los mercados nacionales de trabajo son mucho más flexibles que hace unas décadas gracias a la aplicación de políticas laborales neoliberales, que han tratado de reducir los salarios reales donde éstos eran más elevados. Para ello se han aplicado medidas de moderación salarial (crecimiento de los salarios al mismo nivel o, incluso, por debajo del crecimiento de los precios), de aumento de la jornada laboral sin retribución de horas extras (ampliación de la jornada laboral semanal , trabajo a destajo, complementos de productividad, incentivos por objetivos cumplidos, acuerdos puntuales para el mantenimiento del empleo…) y de ampliación de la oferta de trabajo para que la competencia frene la subida de los salarios nominales (contratación de trabajadores inmigrantes).
  • La segmentación y la globalización fragmentaria de los mercados de trabajo: En un sistema económico nacional existen varios mercados de trabajo y varios segmentos de un mismo mercado de trabajo; así, los mercados de trabajo están divididos en los segmentos primario y secundario, y a su vez cada uno en dos subsegmentos, superior e inferior. Por ejemplo, en el subsegmento superior del segmento primario se encuentran los trabajadores ejecutivos altamente cualificados; en el subsegmento inferior del segmento primario están los trabajadores fijos cualificados; en el subsegmento superior de segmento secundario están los trabajadores eventuales poco cualificados, y por último, en el subsegmento inferior del segmento secundario están los trabajadores informales sin cualificación. El resultado de esta segmentación y globalización fragmentaria de los mercados de trabajo es una precarización del empleo de los trabajadores de todo el mundo (cualificados, poco cualificados y sin cualificación) y una mejora en las características del empleo de los directivos de las empresas.
  • Las nuevas formas de explotación laboral: Entre las principales nuevas formas de explotación laboral destacan el aumento del empleo precario, la maquila, el trabajo infantil y la esclavitud y neo-esclavitud.
Rebelión política de los países explotados
Los países de América Latina son independientes políticamente desde la primera mitad del siglo XIX, y cada día son más los países de Asia y África que logran romper con el sistema colonial, pero esta independencia es en gran medida formal. Detrás de esta situación de aparente independencia se esconde una dominación política que se mantiene a través de la dependencia económica. Esta dominación toma formas menos directas que en los países coloniales, pero es igualmente efectiva. Ella va desde simples concesiones económicas que logra el capital extranjero a través de su influencia en los gobiernos de los países subdesarrollados, hasta la intervención directa cuando los pueblos amenazan con poner en peligro el sistema de dominación imperialista.
Sin embargo, los países explotados han comenzado una lucha; mientras los países imperialistas afrontan hoy en diversas magnitudes la falta de materias primas, los países subdesarrollados, apoyados por el campo socialista, han emprendido diversas acciones para proteger sus recursos básicos y venderlos a un precio razonable y tratan de crear industrias de transformación en sus propios países. Han creado maniobras similares a las de la OPEP en sectores de materias primas estratégicas que requieren los países imperialistas. Por ejemplo, los cuatro países que controlan más del 80% de los suministros exportables de Cobre del mundo (Zambia, Chile, Perú y Zaire) dieron nacimiento al CIPEC. Cuatro países subdesarrollados controlan cerca del 95% del suministro mundial de Estaño. Cuatro naciones pobres controlan aproximadamente el 50% del suministro de Caucho y el 50% de toda la Bauxita del mundo, material indispensable para la fabricación del aluminio.
Estos países empiezan a sentirse solidarios con otros que no producen las mismas materias primas. Por ejemplo, los países productores de Cobre junto a los países productores de Aluminio, tratan de coordinar su estrategia para impedir que las compañías sustituyan un metal por otro; los países productores de café y los productores de té están considerando las fortalecerse mutuamente en sus tratos con las corporaciones. 

Renacer del socialismo
Durante algún largo tiempo el socialismo representó la alternativa revolucionaria para acabar con el capitalismo. En aras de que esto fuera imposible en un futuro no determinado, las élites gobernantes hicieron algunas concesiones políticas, económicas y sociales, lo cual convenció a las direcciones de partidos políticos y sindicatos obreros de izquierda de que se podrían obtener mejoras sin salirse del marco capitalista, dando paso al reformismo. Ello vino a incrementarse una vez que los regímenes Stalinistas del Este europeo eclosionaron a finales del siglo pasado. Tal hecho fue explotado por la burguesía como la prueba fehaciente de que el socialismo era inviable, siendo su derrota el fin de la historia, ya que el capitalismo regiría en lo adelante todos los pueblos del planeta.
Así, el socialismo como alternativa frente al capitalismo era una mera ilusión. Sin embargo, el “triunfo” capitalista pronto se vio empañado por la irrupción de movimientos sociales enfrentados a las imposiciones de entes financieros multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), que pretenden salvar las economías dependientes de las naciones subdesarrolladas sacrificando la vida de sus habitantes empobrecidos.
Durante este tiempo no hubo un impulso capaz de ganarse la adherencia hacia el socialismo debido al reformismo presente en las organizaciones tradicionales. Fuera de Cuba, no existía otra referencia cercana que pudiera estimular la lucha por el socialismo en América, por ejemplo. Sin embargo, en las últimas décadas de este siglo se ha debatido ampliamente esta opción, en un intento por construir el Socialismo en los Estados, habida cuenta que el sistema capitalista posee una naturaleza esencialmente depredadora, capaz de arrasar con todos los recursos naturales del planeta, generador de las deficiencias e injusticias sociales, incluidas aquellas que no le son atribuidas de modo directo.


CONCLUSIÓN
El capitalismo monopolista es la época en la que el capitalismo de libre cambio toca su fin. Con los rasgos que caracteriza al capitalismo monopolista se formará lo que se conoce como una cadena imperialista, es decir, una jerarquía entre las distintas potencias, cuyos eslabones de alianza y dependencia (o sometimiento) se establecen según la fuerza (política y militar) y según el capital que poseen. Para poder competir y desarrollarse cada potencia se ve sometida al papel que ocupa en dicha cadena. Dadas estas condiciones el sistema político que prevalece es un sistema imperialista, propio de aquellas potencias que se colocan a la cabeza para dominar al resto de países a costa de someterlos de una u otra manera. 
Para Lenin, el imperialismo se caracteriza por la concentración, en unos pocos grandes monopolios, del elevado desarrollo de la producción capitalista (unas pocas empresas controlan cada sector como telefonía, transportes, etc.), se formó un nuevo capital financiero mediante el nuevo papel de los bancos y su fusión con el capital industrial creando una poderosa oligarquía financiera (los bancos son decisivos para la economía de cada país), se da mayor importancia a la exportación de capital más que a la exportación de mercancías, la formación de asociaciones de capitalistas internacionales que se reparten el mundo, y la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes. 

ANÁLISIS INDIVIDUALES
Barceló, Emily
C.I.: 20.774.206
El capitalismo monopolista es una etapa del capitalismo cuya característica principal es la desaparición del mercado de libre competencia y la presencia, en su lugar, de la competencia entre monopolios. El imperialismo es la fase monopolista del capitalismo donde domina el capital financiero, que es la fusión del capital bancario con el capital de monopolios industriales. En la época actual los capitalistas utilizan en su propio interés la intervención del Estado en la vida económica del país y colocan a su propio servicio el aparato del poder estatal. Los marxistas nunca han imaginado al capitalismo como un sistema de crecimiento sostenido, armonioso y sin complicaciones; por el contrario, siempre han esperado que el progreso del capitalismo esté marcado por crisis y conflictos. 

Mercadante, Estefani
C.I: 24.185.982
En un contexto de concentración del capital en manos de la oligarquía financiera, de agudización de la lucha de clases, de crisis cíclica de sobre producción y de intensificación de la explotación de las masas trabajadoras, es obvio que vivimos en la última fase de desarrollo del sistema capitalista; la decadencia del capitalismo es cada vez mayor. Lenin afirmaba que el capitalismo monopolista de Estado era la antesala de la revolución, sin embargo, otros estudiosos del tema lo rebaten basándose en el argumento de que a día de hoy, en ningún país capitalista desarrollado ha tenido lugar una revolución socialista; en realidad, la historia no ha hecho más que confirmar las posturas de Lenin, pues las condiciones objetivas han sido satisfechas, hace ya décadas, con el desarrollo del capitalismo en su fase más decadente: el imperialismo. Así, es como se observa, como ya se mencionó, una gran agudización de la contradicción entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas, un agravamiento de la miseria de las clases oprimidas, y crisis cíclicas de sobre producción.

Pérez, Deivis
C.I.: 24.038.076
El imperialismo, visto desde el punto de vista económico, seria ampliar el mercado, incluyendo nuevos países (para importar y exportar) que no están dentro de su agenda económica. También se refiere a la tendencia de un estado a expandirse en territorios ya sea para el propio beneficio económico, político, social, etc. Generalmente se da en países considerados potencias mundiales. Está en la naturaleza del imperialismo promover condiciones de explotación; se tiende a mantener la estructura económica de mono producción heredada de la época colonial; además la industrialización  que se realiza bajo el control del capital extranjero agrava la dependencia del tercer mundo.
Para los marxistas, el capitalismo solo puede ser comprendido de forma global, considerando lo económico y lo político; además, han tratado de comprender como es que en distintas épocas el orden capitalista pueda mostrar una fragilidad extrema y una fuerza enorme, pues consideran al capitalismo como un modo de producción y una forma social que ha aparecido en la historia sujeta a cambiar, declinar y desaparecer.

Sifontes, Miriannys
C.I.: 24.542.517
El término imperialismo se ha puesto en boga en las últimas décadas. Este tiene diferentes connotaciones. En sentido general, imperialismo denota la política de expansión territorial de un gobierno o un estado por motivos demográficos o económicos que implica la subyugación y dominación de otras regiones bajo un mando centralizado o imperial, es decir, un imperio es una gran extensión territorial. Muchas veces, y cuando hoy estamos utilizando el término imperialismo, éste sigue estando estrechamente ligado en nuestra mente a ésta su noción originaria, sin que nos demos cuenta. Según Lenin, el imperialismo constituía la última etapa del capitalismo, que sólo podría ser superada mediante la revolución; es su fase monopolista que surge cuando la libre competencia entre capitales pequeños y medianos se convierte en monopolios de capitales grandes.

REFERENCIAS




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